jueves, 2 de febrero de 2012

Y mi lapiz, solo hizo el resto.

Una brisa calida acariciaba mis mejillas mientras me hacía cerrar los ojos sutilmente, nublando mi vista y evitando poder apareciar a aquel hombre que se sentaba todos los días en la cafetería que está al frente de mi edificio a dibujar, y tomarse su café. Todos los días, que iba a la cafetería, me preguntaba quien era, qué dibujaba y si algún dia tendría el valor de hablarle.

Llegando de la universidad a mi pequeño y acogedor apartamento, estaba frustrada por la acumulación de deberes, decidí tomar un café para pensar en mis cosas. Al salir, lo vi por la pared de vidrio de la cafetería, sentado, con su elegante camisa y un seductor tatuaje de una rosa que le sobresalía de la camisa hacía el cuello. Me senté en la mesa que estaba al frente de la de él, pedí un capuccino y esperé pacientemente mientras lo apreciaba con poca sutilidad. Mientras sentía el olor del café y mi mirada se cruzaba con la de él, mi corazón se paró completamente y mis manos comenzaron a temblar, oculté mi timida sonrisa con la taza, la espuma acarició mis labios mientras él se paraba de su mesa e iba hacía la puerta para salir, volteó, sonrió y salió, sentí que mis mejillas se encendieron mi mis manos sudaban, hasta que mi corazón volvió a sus latidos normales...

Me acosté pensando en él y sus ojos azules, su piel blanca y su cabellera negra. Despertaba pensandolo, dormìa pensandolo. Cuando hacía frío imaginaba sus abrazos, en el calor imaginaba sus besos, en la oscuridad imaginaba su voz, mi mente no se controlaba y mi corazón tampoco ayudaba.

Las semanas pasaban y yo seguía yendo a ese lugar, mientras él dibujaba y cruzabamos miradas y sonrisas, todos los días me decía a mi misma que le hablaría, pero jamás tuve el valor suficiente para pararme de esa silla y dirigirme hacía él, hasta que un día pasó lo que yo solo imaginaba en mis mejores sueños; mientras yo sentía el calor del café en la punta de mi nariz, él se paraba con el papel de siempre en la mano y se dirigía hacía mi mesa, mis piernas no paraban de temblar y mi corazón latía más, mucho más rápido de lo normal. Con un delicado movimiento retiró la taza de mis labios, me dio el papel, sonrió y se marchó. Un retrato de mí tomando café, dibujado en lapiz y perfectamente detallado, y por detrás una firma que ponía "Tú rostro, mi inspiración. Con ternura, Brandon".










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